Le Chantier, kafé - bistro - virtuel

Amy Bella Rosa

por

Xander Mellish

Traducido del inglés por zkot pen.

Nunca me había dado cuenta de cuantas rosas hubieran en el mundo hasta que conocí a mi novia. Se llama Amy Rose, y una vez que lo supe recuerdo que repentinamente veía rosas por todos lados, rosas de palo largo en el supermercado, parfume de rosas en la casa de mi abuela, diseños florales en tenedores, hasta carteles frente a iglesias que decían Christ Arose! Nos conocimos cuando mi banda tocó en la fiesta de la facultad de ingeniería donde ella estudiaba. Fue la chica más bella ahí y la única que bailó. Era tan bella, casi me decepcioné cuando me enteré que le gustaba.

Nadie entiende porque hemos estado juntos durante dos años porque nadie conoce a Amy como yo. Es inteligente, tan inteligente que no hay nada bastante rápido para ella; incluso terminó pronto sus estudios y ahora es la única mujer en la empresa de ingeniería donde trabaja. Ese es un lugar donde tiene que ser dura, y ella lo puede ser. Yo nunca lo soy y lo más probable es que sea debido a eso que nuestra banda ha realizado poco. Hemos compuesto algunas canciones muy buenas, pero no hemos llevado nuestro cassette a nadie importante. Nuestro baterista Eli se fue durante un tiempo y no hemos hecho ninguna gira porque nunca soportaría, ni durante unos pocos días, estar lejos de Amy. No recuerdo como fuera el mundo antes de conocerla. Creo que estaba solo cada día de mi vida.

Cuando no estamos juntos, todo me parece sin vida y remoto, como una tv blanco y negro con el volumen bajo. Entonces la veo y es como una luz a través de un vidrio rosado. Soy su mejor amigo y me imagino que soy el único que puede ver algo suave en ella, una joven tan fuerte, ambiciosa y nada parecida a una rosa.

Una noche cálida hacia fines de agosto, una semana después del cuarto vigésimo cumpleaños de Amy y dos días después de mi vigésimo primero, estábamos tocando en el mismo bar pequeño de todos los lunes. Amy debía venir a vernos, pero tenía algo que hacer en la oficina. En fin, la estaba esperando después de que hubiéramos terminado y empacado los equipos. Los demás ya se habían ido a casa. Me senté un rato solo, en la barra con mi estuche de guitarra, viendo un tipo tembloroso dar vueltas en el bar terminando todos los tragos abandonados.

Amy llegó justo cuando terminaba mi tercera cerveza. En aquel bar sucio parecía como un ángel, con sus ojos chinos y su traje azul de negocios. Me besó y la abracé para evitar que se alejara.

"Mi jefe es un cochino pervertido", dijo.

Nunca sabía que decir cuando hablaba del trabajo. "Quieres tomar algo?" le pregunté.

"Me asignó a otro proyecto estúpido. Nunca, jamás voy a poder hacer algo que valga la pena", me dijo. "Mi empresa acaba de conseguir otro contrato para la construcción de un puente. Porqué no puedo trabajar en eso?"

Hacía señal para llamar al barman, pero Amy me lo impidió. "Vamos a casa ya. O sea, vamos a tu casa", dijo.

Tomamos el métro hasta mi casa. Hacía mucho calor dentro de mi departamento. Me abrazó y hacía aun más calor mientras la besaba. Algunas sirenas pasaban en la distancia, arruinando besos en todo el barrio.

Luego fue a lavarse los dientes y después me lavé los míos. Cuando volví ya había colgado su traje y estaba parada en su ropa interior, ropa interior rosada. La abracé y la besé otra vez, pero sabía que pensaba en otra cosa.

"Oye", le dije, "¿qué te pasa?"

"Estoy tratando de determinar como construir un puente".

Empecé a darle cosquillas. Se retorció en mis brazos, pero no dejé que escapara. Después de un momento se olvidó del puente y se relajó. Era verano y todas las ventanas estaban abiertas. Mientras la tenía debajo mío podía escuchar las radios de coches poniendo música reggae y niños en los columpios chirriantes en el parque de afuera.

Me acuerdo que me acosté, sintiéndome tontamente extasiado, con el deslumbramiento de un foco amarillo en mis ojos. Tenía la idea de que podría alcanzarlo y sacarlo con mis dedos. Había una brisa que entraba por la ventana y el tiempo parecía extenderse para siempre. Pensé en cuando era niño y que creía que habían tiburones en la oscuridad fuera de los coches del metro. Cuando volví a la realidad de nuevo, Amy estaba dormida y yo mismo tuve que levantarme a apagar la luz.

Trabajo como mensajero en bicicleta. Entrego letreros y objetos de escritorio. Cuando hablo con mi mamá o con mis hermanos, se ponen a fastidiarme porque no vuelvo a la facultad para empezar una carrera verdadera. Entonces simplemente evito hablar con ellos. Lo único que me ha importado era llegar muy lejos con la banda y estar con Amy.

Vivo en un departamento arriba del garaje de Eli, aunque es poco más que una sola pieza con un viejo colchón. El garage es donde practicamos con la banda, donde estábamos el martes por la noche, intentando poner una de mis canciones en un registro que nuestro cantante Peter, pudiera manejar. Es un chico guapo, pero no puede cantar para nada. De todas maneras, determinamos que su voz sonaba bien si cantaba adentro de una lata de basura de aluminio, y es lo que hacíamos cuando sonó el telefono.

Eli entró para contestarlo. "Llama Satán", me dijo. "Para tí".

Era Amy. Estaba preparándose para irse del trabajo. "Quieres venir?" me preguntó. "A mi casa, quiero decir. Tengo algo para decirte".

Le dije que estábamos ocupados, que estábamos trabajando en una buena canción. Le dije que vendría más tarde.

"Jim, tengo que hablar contigo", me dijo, "ven".

Le contesté que apenas habíamos empezado a ensayar, que sólo podíamos juntarnos tres noches por semana ya que Peter había conseguido un trabajo. Le dije que iba a llegar dentro de unas pocas horas.

"Dentro de unas pocas horas tendré que comenzar a hacer los primeros dibujos de lo que es la buena noticia. Entonces te lo tengo que decir ahora", me dijo. "Ven, festejemos. Nos acostaremos antes de que tenga que levantarme para trabajar. Ven ahora".

Sabía que si se lo negaba después de eso, nunca escucharía la última palabra del asunto. Volví al garage y les dije a los chicos que tenía que irme.

"¿Te vas?" preguntó Eli.

"Algo malo le ha pasado a Amy".

"Sabía que le había pasado algo a Amy", me respondió.

"Busca una mascota que no muerda", me sugerió Peter.

Siempre han odiado a Amy porque piensan que es demasiado lista. Eli me dijo una vez que no confiaría en una mujer inteligente, porque sabían quitarte todas las fuerzas. No me importa. No les puedo hablar de nada más que de la música.

Tomé el métro adonde Amy, a un edificio de departamentos lujosos arriba del centro. No convivimos en el centro porque teme que los bichos de mi departamento pongan huevos en sus costosos trajes de lana y yo no vivo con ella porque nunca podría pagar la mitad del alquiler.

Cuando llegué al edificio, el portero me echó una mueca. Me había detestado desde que, por casualidad, tuve que hacer alguna entrega ahí y se dio cuenta de que no era un abogado o algo así que se vistiera de saco de cuero para divertirse. Ahora él llama a Amy para advertirle que estoy llegando, luego subo y entro con mi llave.

El departamento estaba helado. Amy debe haber puesto el aire acondicionado a full. Cuando abrí la puerta ella estaba sentada en el escritorio con un camisón rojo, dibujando planes con el computador. Se arrimó, me besó y su piel estaba helada.

"¿Dónde has estado?" me preguntó.

"El métro demoró mucho. ¿Qué te pasa?"

"Está bien. Hice un trabajo mientras te esperaba".

Me senté frente a la tv y me trajo una jarra de cerveza con una rodaja de limón verde, como me gusta. Se sentó en mis rodillas, con su cabeza en mi hombro. Estuvimos un rato así. Rondaba una canción en mi cabeza y me preguntaba cuando podría levantarme para escribirla, ya que estas cosas desaparecen bastante rápido, pero no quería molestarle a Amy para buscar una pluma. Besé su oreja y el cuello.

"Pienso que voy a tener la oportunidad de trabajar en el sistema eléctrico para la planta de mantenamiento del puente", me comentó.

"Qué buena noticia".

"Es un proyecto muy importante que requiere más calificación que la que tengo. Pero al encargado del proyecto, este tipo Ed Silver, le caigo muy bien. Es muy estúpido. Me llama su geisha. Ni sabe que las geishas son de Japón".

"¿Qué?"

"Me está mirando no más. Es un viejo sucio".

Tomé un trago de mi cerveza. Parecía ácida.

"De todas formas, le dije que me encantaría trabajar en el proyecto y si tuviera ganas de hablarme más de eso, me podría llamar a casa como llama a los ingenieros", prosiguió. "Pienso que me va a dar una oportunidad".

Amy estaba metiendo el limón debajo de la superficie de mi cerveza para verlo subir nuevamente.

"¿Porqué no puedes ser una buena ingeniera y conseguir ese trabajo así?" le pregunté

"Porque el trabajo duro no me lleva a ningún lado rapidamente".

Me levanté y la dejé en la silla. Me puse a deambular. Me pregunté si intentaba engañarme. Finalmente me senté en la otra silla al otro lado de la pieza y me miré los dedos de los zapatos. Me caí en la cuenta de que se me había olvidado la idea de la canción.

"No te gusta este tipo, ¿verdad?"

"Ni modo, Jim. Es asqueroso. Es tan gordo que le puedo oír los pasos acercándose desde el otro lado de la oficina".

Amy se arrimó a la silla en la que estaba sentado y trataba de desabrochar mi camisa, pero me quedé ahí rígido, como si mi mamá me estuviera sacando de un traje de nieve o algo así.

"Vamos, cariño, te gusta esto".

Me agarró la mano y me hizo acompañarla al baño, donde tenía toallas arregladas y la tina llena de burbujas con olor a flores. Entramos y el agua estaba tibia, pero sólo me quedé ahí sentado, sin inspiración. Se puso a empujarme hacia atrás en la tina. Sentí su boca fría en mi cuello.

Intenté ponerme derecho, pero no había espacio suficiente en la tina. El aire estaba tan frío que me descocía y sentía como si me hubieran llevado a una trampa floral de acero. Podía haberme levantado e ido, pero estaba mojado y helado también.

"¿Estás bien?" me preguntó.

Había puesto el aire acondicionado en ese estúpido departamento lujoso, el cual se pagaba por el laburo que nos volvía locos a los dos y estaba tan frío en medio del verano.

"No puedo tener sexo con el aire acondicionado puesto", le dije finalmente. "Hace demasiado frío. No hay sudor".

Me abrazó los hombros y me apoyó la cara en las manos. Sus dedos tenían sabor al limon que había estado cortando. Llevé su mano a mi boca y probé todos sus dedos. Le besé la muñeca y la palma de la mano. Comenzaba a sentirme mejor cuando sonó el teléfono.

"Espera, tengo que contestar", me dijo. "Capaz que sea Ed Silver". Salió de la tina y contestó al telefono antes de que sonara cinco veces, probablemente.

La esperé un rato ahí mirándome las piernas sumergidas y finalmente salí, también. En el living la vi parada al lado del telefono, hablando con su jefe desnuda. Yacía en la cama, tiritando de frío, cuando finalmente me acercó ella.

"¿Estás bien, cariño?" me preguntó. Fingía estar dormido.

Después de todo, sentía algo culpable por portarme tan estúpido. Cuando estaba seguro de que dormía, la abracé y le besé los párpados. Luego me dormí también.

Al día siguiente deseaba que no hubiéramos terminado de pelearnos. Si hubiéramos seguido me habría dado cuenta de que tan ridículo era enojarme. No era culpa de Amy de que tuviera un jefe tonto que la deseaba y era la única manera de que ella podía llamarle la atención. Probablemente los chicos en la oficina jugaban al golf con el jefe, y Amy no jugaba.

Pensaba en Amy todo el día en mi trabajo; casi me atropelló un auto cuando cruzaba la calle en bicicleta mientras pensaba en ella. Quería mostrarle de alguna manera que tan arrepentido era por lo que pasó la noche anterior. Invitarla a cenar parecía una buena manera. No cobraba hasta el viernes, pero sabía que podía tomar un poco de plata de préstamo de mi expedidor. Es fan de la banda.

Amy estuvo de acuerdo, aunque le quedaba trabajo que quería terminar. Me moría de hambre cuando llegó el momento de salir. Habíamos quedado en encontrarnos frente al restaurán Mitropa, un viejo parador barato del cual había escuchado que había llegado a estar de moda.

La vi desde lejos caminando por la calle. Parecía media extraña. Llevaba una falda cortita y parecía nerviosa, moviéndose de un lado a otro.

"¿Qué te pasa?" le pregunté.

"Nada", contestó sin mirarme.

La abracé, seguro de que aún estaba enojada conmigo a causa de la noche anterior. Entramos al restaurán y nos sentamos. Había llegado a estar muy de moda; todo el mundo llevaba gorros bizarros y se poseaba con cigarrillos. Amy era más bella que todos.

"Debes ir a un psiquiatra que sólo habla francés", escuché decir a alguien en la mesa al lado nuestro.

Pedí una cena grande, pero no logré animarle a Amy pedir nada. Finalmente, pedí algo para ella que pensaba que le gustaría. Alguien cerca de nosotros fumaba un cigarrillo con olor a flores. Llegaron nuestras cervezas. Amy ni tomaba la suya. Se mordía los labios, quitándose pedacitos de carmín y dejando parches sin color. Bebí un sorbo de mi cerveza, fingiendo disfrutarla.

"Oye", le dije, "te pedí disculpas. ¿Qué más puedo hacer?"

Miraba por la ventana. "No iba a conseguir trabajar en ese proyecto después de todo, así que le hice una proposición a Ed Silver y ahora lo conseguí". Me miró. "Soy segundo ingeniero".

"Que bueno. ¿Cuál fue la proposición?"

"Sólo un poquito de sexo con Ed Silver".

Creo que dejé de respirar. La luz del comedor de repente parecía increíblemente fuerte. Dejó de mirarme; estaba mirando su cerveza, mirando la mesa.

"No lo puede hacer", le dije.

"Sí, puede, y yo también", me dijo. "Quiero trabajar en este proyecto y está muy encima de mi nivel. Además nunca me dan buenos proyectos porque soy mujer. De esta manera una mujer verdaderamente puede ayudar". Miró por la ventana. "Le expliqué que las geishas eran japonesas".

La camarera nos trajo la comida y la arregló por toda la mesa pero ninguno de nosotros agarró su tenedor. Nos quedamos ahí sentados. Miraba el hielo derretirse en el vaso de agua de Amy, pensando en cien cosas a la vez.

"Estás de novia", le dije. "¿No saben de eso?"

"Claro que no. No les importa mi vida personal".

No lo podía creer. Le decía a todo el mundo que salía con Amy. Había colgado su foto en la pared de la tienda de carteles.

"Tú lo harías. Lo harías si hiciera exitosa tu banda. ¿No lo harías si trajera exito a tu banda?"

"Ni modo", le dije. "Nunca, jamás."

"Es por eso que tu banda nunca tendrá exito".

Finalmente se puso a tomar su agua y la miré, pensando en Ed Silver mirándola beber su agua.

"Entonces lo que me estás diciendo", le dije, "es que nunca me amaste para nada".

"No es lo que te dije".

"Si lo vas a hacer, pues nunca te amé tampoco", le dije temblando. "Si nos vamos a terminar de cualquier manera, ¿porqué no lo hacemos ya?"

"¿Terminar?" me preguntó.

Ya no podía mirarla tampoco. Miré por la ventana y me sorprendió ver un tipo moderno mirando hacia adentro. Pensé por un segundo que miraba a Amy pero me di cuenta de que estaba usando el reflejo para arreglarse el cabello.

"¿Es lo que quieres? ¿Terminar?" me preguntó en voz bajita.

"Eso es lo que quiero".

La camarera vino para preguntarnos si hubiera algo malo con la comida, la cual ni habíamos tocado. Sólo negué con la cabeza. Amy tenía la cara en sus manos.

Cuando era hora de regresar seguía caminando conmigo y no le pude negar. Volvimos a mi departamento encima del garage. Una vez adentro, empezó a besarme, pero fue como si nunca hubiera sentido nada por ella. La dejé acostarse conmigo en la cama pero no me importaba nada.

Yacía ahí y abrió la boca como un pajarrito esperando la comida. La besé ondamente, sintiendo labios, dientes y lengua. Pensaba capaz que sea la última vez que la besara así.

Después me dijo que quería regresar, que no podía dormir ahí, pero se quedó y seguía llorando mientras yo intentaba dormir. Finalmente se levantó y se puso a tropezar en la oscuridad, buscando la ropa. Casi estaba vestida cuando encendí la luz, y se quedó ahí mirándome, su cabello despeinado y su rostro arruinado por las lágrimas.

"¿Estás bien?" le pregunté.

"Estoy mejor así", me contestó, ahogándose. "Estoy mejor sola. Es lo peor de todo, que siempre estoy mejor sola". Se puso el suéter. "Puedo llegar más rápido sola".

Ahora estaba llorando mucho y las lágrimas corrían por su cara como - dios - como lágrimas. No lo sé. La besé y sus labios estaban secos de tanto llorar. Cerró la puerta de golpe cuando salió. Sabía que la debía seguir, pero no lo hice.

La otra mañana después de pelearme con Amy, estaba lloviendo. Sólo me di la vuelta y volví a dormirme. No me importaba si perdiera mi trabajo o no. Un ratón se pudría por algún lado en las paredes de mi departamento.

Debíamos ensayar esa noche. Me levanté de la cama una hora antes de que Eli regresara del trabajo y me preparé unos fideos rahmen en su cafetera. Los comí del cenicero. No podía dejar de buscar su sombra en mi pared.

Cuando llegaron los chicos, practicamos algunos viejos temas y entonces trabajamos un rato en aquella canción, cambiando la clave un poco para que Keith pudiera cantarla sin meter la cara en una lata de basura. Era una canción buena, quizás nuestra mejor, pero no me pude concentrarme para arreglarla. Sólo podía pensar en Amy y en estar separados para siempre. Keith y Eli estaban contentos por eso, lo cual me molestaba mucho. En fin sólo salí en medio del ensayo de la canción, me fui sin parar ni para guardar la guitarra.

Salí a la lluvia y me puse a caminar, a caminar a cualquier lado. El único que le importaba a Amy era su trabajo, pensaba yo, y lo único que me importaba a mí era Amy. Me preguntaba si eso cambiaría algun día. Caminé por toda la ciudad, por las calles, empapándome hasta la ropa interior porque no tenía paraguas. Un mendigo me pidió una moneda para poder ir a algun sitio cálido y le di casi todo lo que tenía. Me paré en una intersección mientras tres coches de policía y uno de bomberos pasaron , y sus sirenas me molestaron los oídos y pensé, de eso se trata la ciudad. Todos los coches corriendo para superar al otro, gritándoles a todos para que se abran camino, sin importarle un bledo quién estuviera en el otro coche y que adónde fuera pudiera tener la misma importancia.

En un bar al lado de la carretera dejé que un gay me invitara a un trago y a otro y otro. Escuchaba las canciones de la máquina de discos. Mientras más me emborrachaba, más empezaba a pensar que mis canciones eran mejores que cualquier canción nunca grabada. Ya que no tenía que pasar tanto tiempo con Amy, podría conseguir mejor trabajo para comprar una guitarra mejor y componer docenas de canciones brillantes con ella. Podría mostrar nuestro cassette para que consiguiéramos lugares más grandes para tocar, eventualmente podríamos tener muchos seguidores, conseguir un contrato para grabar discos y llegar a ser tan famosos que Amy se daría cuenta y se arrepentiría.

Cuando el gay se puso a tocarme, salí a la lluvia de nuevo, y me hallé bajando a la estación de métro, la misma que usaba para ir a la casa de Amy. El tren demoró mucho en llegar. Una mujer que parecía extranjera sacudió el paraguas sobre mí.

"¡Cuidado!" le dije.

"Zxybrxp," me contestó.

Tomé el tren nocturno hacia arriba, el cual estaba lleno de gente con heridas abiertas y botellas de cerveza. Pensaba que a lo mejor pasaría por la casa de Amy, sólo para ver si hubiera una luz en la ventana. Traté de pensar en qué hacía ella, como lo más probable era que estuviera con Ed Silver, pero se me olvidaba eso y me acordaba cuanto le echaba de menos. Entonces la sensación que la amaba comenzaba a superarme otra vez, como una ola, como una frazada y estaba como si hubiera perdido cualquier sentido de razón, que haría cualquier cosa para estar con ella nuevamente.

Pero el portero me dijo que había salido por la noche y que no había regresado.

Empecé a llamar a la casa de Amy a las seis de la mañana, cada media hora primero, y luego cada quince minutos. Traté de dormir antes de trabajar, pero siempre me despertaba para llamarle. No estaba nadie.

Me fui del trabajo pensando que quizás lo que yo tenía no le bastaba a ella. Sabía que nunca querría tener otra novia y me preguntaba si pudiera encontrar una esa noche entre las chicas que vendrían a vernos tocar el lunes.

Nos faltaba mano de obra en la tienda de carteles ese día, así que tenía que quedarme ahí a manejar las fotocopiadoras. Las clases de las facultades estaban comenzando y la tienda estaba llena de lloriqueadores niños buenos. Ahí al fondo de la muchedumbre la vi a Amy.

Intentaba llegar adelante a empujones, pero la presión de gente ondeando papeles frente mío era demasiado fuerte. Finalmente, hizo la cola y llegó lentamente hacia adelante.

"No lo pude hacer. De veras, no lo hice", me dijo. "No lo pude hacer".

"¿Qué es lo que pasó entonces?

"Le dije a Ed Silver que sí y luego que no. Soy tan estúpida. Me equivoco tanto".

Le agarré la mano y la sostuve con la palma hacia arriba, hacia el cielo mirándole las uñitas. "Estoy contento".

Había tanta bulla en la tienda, con tanta gente, que no le pude decir nada. No le pude decir lo que le habría querido decir. "Mira", le dije, "aquí está tu foto en la pared".

"¿No me puedes atender?" me dijo una chica haciendo cola. "Estoy apurada".

"Jim", me dijo Amy, "a veces parece que nunca lo haré, jamás".

"¿Nunca, jamás hacer qué cosa?" le pregunté.

"Nunca, jamás dejaré de hacer tonterías". Su voz era tan bajita.

"Soy yo primera, soy primera, soy primera", dijo la chica haciendo cola. "Me tengo que ir ya".

"Amy, vamos a casa", le dije.

Tomé el día libre y fuimos al techo de la casa de Eli. La besé y la hice dejar de llorar. La besé y le dije que la amaba tanto como siempre, aunque ya que supe cuanto me amaba a mí es probable que la amaba aun más.

Aún dormía cuando me levanté para salir a tocar nuestro lunes típico en el bar. Esperé mucho rato en la estación de métro mientras llegaban todos los trenes con excepción del mío. Mirando los coches de métro pasar, pensaba que podría haberme elegido una chica en cualquiera de ellos para enamorarme. Pensaba en todo lo que habría podido hacer y las canciones que habría podido componer y como las cosas habrían sido distintas si lo hubiera hecho. Pero era feliz, totalmente feliz.

 

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Copyright © por Xander Mellish (Versión original en inglés)

Traducido del inglés por zkot pen.

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Ultima fecha de modificación: 25 de septiembre de 2005. Copyright ©2005 por Claymont Publishing Company. Todos los derechos reservados.